Cuento de Gabriel Branca
HONORABLES
- Bueno señores, sean todos bienvenidos- dijo el catire de los rasta, propietario del lugar. Todos los honorables, cautivados en su interior, y a la vez inquietos, aparentaron seriedad ante la situación. Para evitar las malas lenguas.
Escoltados por la policía, se pidió a todos los medios informativos que se retiraran. Una vez se sintieron a gusto y más en confianza, los señores se relajaron y empezaron a probar los platos ofrecidos por la casa. Todo esto con mucha discreción: recordemos las malas lenguas.
Hablaron y hablaron. El aire se hizo tibio. Los honorables comenzaron a desprenderse de corbatas, luego sacos. A jugar con cosas raras para curar el asma, como el “bongo”. Poco a poco vieron su alrededor y a sí mismos, y notaron un detalle particular: ¡gente desnuda bailando al ritmo del gran Bobbie! Pero no le dieron mucha importancia y siguieron danzando y jugando con los artefactos medicinales algo rudimentarios.
Pasada la noche de locura, despertaron a los estragos de la noche anterior. Se vistieron, tomaron sus maletitas y en un silencio de incertidumbre, salieron juntos a subirse en sus respectivas limousine.
Regresaron al convenio pensando en la noche que acaban de pasar. Y llegaron a la conclusión de que podía convertirse en una de sus diversiones más exóticas. Como otra más de las pastillas que le ponían a sus señoras en la comida, para hacerlas callar, dormir; o ahora para enloquecer un poco a sus señoritas nocturnas de los fines de semana.
4 Comments:
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Mine,
buena iniciativa esta de poner a Gabriel en tu ventana electrónica.
Escapista
La apariencia, la vida vendiendo una imagen vs. la espontaneidad, el pasárselo bien, siendo uno mismo.
Interesante Gabriel!
Grabriel!!! te felicito de verdad...estubo exelente...te quiero muchisimo!!!
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