martes, noviembre 28, 2006

Vini, vidi, vinci: vicisitudes literarias




Estimados Lectores:

En esta edición, presentamos a dos ganadores del premio Ricardo Miró, la más alta distinción literaria de nuestro país.

Mi propias experiencias en concursos literarios han sido tortuosas, tímidas. Inseguras. A razón de los concursos, recuerdo una conversación con Gloria Melania Rodríguez la noche de la ceremonia de entrega del Miró 2006; le dije -Glo, esto de mandar trabajos a concurso, me asusta. Es como despedir a un novio en el aeropuerto. Hay una desesperanza muy grande y también ilusión. Te quiero y te adoro, chao. Te das la vuelta y nunca más lo vuelves a ver... -

A menos que ganes. Cuando ganas te llaman, te escriben, notifican e invitan. Hay una fiesta, una entrega de medalla. Todos los indicadores empíricos (aquí se ríe mi profesora de Filosofía) están presentes; has ganado un premio, has merecido algo, te corresponden.

Lamento que en los concursos literarios no se estile escribirle a los participantes, una carta de esas que dicen “Encontramos que su obra bien ha podido merecer un Nóbel. Sin embargo, los márgenes no son los de rigor, razón por la que ha sido descalificada...” o “Es Ud. una desgracia para la Lengua. El jurado le invita a continuar sus actividades profesionales habituales o dedicarse a la contabilidad.” Ahorraría esto muchas esperas vanas, tanto papel, las estampillas.

Y, suficiente de amores de aeropuerto. Exclusivamente para la hoja. , Ariel Barría Alvarado nos permite primicias de las obras que le hicieron merecedor de dos Ricardo Miró este año (novela y cuento). Ariel tiene suerte en eso de los amores de aeropuerto/concursos porque es bueno. Realmente bueno. Y los buenos siempre ganan. Giovanna Benedetti, también fue correspondida cuando recibió Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2005 con el poemario "Entrada abierta a la mansión cerrada." Su trabajo es un festín para ojos, mente y espíritu.

¡Hasta el próximo martes! Quedan en buenas manos. Manos de escritores.


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I capítulo de la novela

“La casa que habitamos”

Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2006

Apenas abrió los ojos, ante los insistentes pinchazos de un rayo de sol sobre su cara, Esteban Fontanera supo que esa era la peor resaca de su vida. Desde siempre no había sido distinto su primer pensamiento luego de una noche de juerga, seguido de otro en el que juraba, con diversos énfasis, no volver a probar una gota de licor, así se la ofrecieran en copa de oro. Se echó la sábana sobre el rostro, gruñendo, un gesto que muy poco había cambiado en cuarenta y cinco años, pues igual se lo conoció su madre, que en paz descanse, como se lo habían visto hacer cualquiera de sus dos esposas o de sus equis por ye a la ene cantidad de mujeres a quienes les había tocado, por simples cosas del destino, despertar a su lado.

Ansiaba retomar el sueño profundo, como única forma de sobrevivir al fragoso martilleo en las sienes; sin embargo, necesitaba también enrumbar su vida. La sola alusión a la palabreja enrumbar hizo aflorar de golpe el único recuerdo reciente que había sobrevivido a la desbandada acaecida en su memoria entre las diez y algo de la noche del sábado y las que fueran en este domingo de sol gritón e insistente. Ese solitario recuerdo lo obligó a levantarse con un respingo.


—¡Mierda! Soy el nuevo Fiscal General de este jodido país.


Era cierto. Como ya era costumbre, no recordaba ni lo más mínimo de lo que pudiera haber ocurrido en su existencia en los momentos anteriores, pero sí tenía bien claro que la fiesta aquella había sido ofrecida por sus amigos íntimos, con el propósito de celebrar su designación, por parte del Presidente de la República, como encargado de las investigaciones judiciales en el país. Decían que era la última oportunidad que tendría de divertirse a lo grande, antes de que la toga asfixiase su libre albedrío y lo convirtiera en rehén de los supremos tribunales.


Estaba consciente de la verdad que había tras esas aprensiones, especialmente en momentos en que el país se hallaba sumido en un escabroso rosario de litigios y denuncias que abarcaba todos los ámbitos. No era para menos: existía una auténtica y justificada expectativa hacia la gestión del nuevo Fiscal General, cargo muy discutido en los foros nacionales, desde que el anterior funcionario murió al estallar una poderosa carga de dinamita al paso de su vehículo, cuando apenas comenzaba a hacer bueno el aplaudido grito de guerra que expresó al asumir el cargo: “Esta es la casa de todos y la queremos limpia: yo voy a ponerle orden”.


Esteban Fontanera corrió las cortinas y la luz que le entregó la mañana lo hizo remedar al Nosferatu de las películas mudas, enfrentándose al letal zarpazo de un rayo de sol. Apagó el aire acondicionado de la habitación y abrió de par en par las ventanas para dejarse impregnar por el olor de la brisa marina que llegaba de diecisiete pisos hacia abajo, desde donde el mar se extendía, con la tersa y provocadora lozanía de un vientre amado, hasta el infinito. Era la suya una bella y próspera ciudad, corroída por un sinfín de escándalos, sí, pero hermosa y pujante como pocas, y ahora a él le tocaría compartir las decisiones que sobre ella se adoptaran en la cúpula del poder.


Dispuesto a darse un baño caliente que lo despojara de todos los resabios que habían quedado en su cuerpo luego de la bacanal, caminó en puntillas, descalzo y desnudo, agregando una sonrisa traviesa al salto y al taconazo de Charlie Chaplin, en menosprecio al dolor que le producían los vahos etílicos, preocupándose más por esquivar los cuchillazos álgidos del piso de mármol. Por experiencia sabía que una bien entonada aria, de las que arrancaban aplausos a sus amigos, seguida por el contacto del agua, por una gran taza de café caliente y por un jugo de naranja helado echarían por tierra su sufrimiento y lo pondrían en la calle, listo a mantener en alto su fama de fiscal de hierro, título que merecía igual por su desempeño en las cortes como por la rapidez con la que se reponía de francachelas similares.


Aclaró la voz, buscó los registros de tenor disponibles al amparo de las copas que lo rondaban y, cerrando los ojos, se lanzó a lo alto con un arrebatado

Viva il vino spumeggiante,
nel bicchiere scintillante
como il riso dell'amante;
mite infonde il giubilo!
Viva il vino ch'e sincero,
che ci allieta ogni pensiero,
e che affoga l'umor nero
nell'ebbrezza tenera...

que cortó en seco cuando una electrizante visión le anudó una cuerda en la garganta: frente a él, dentro de la tina del jacuzzi, hermoso y lívido como si durmiera plácidamente, yacía sumergido el cuerpo desnudo de una mujer desconocida.

Un cuento del libro

“Ojos para oír”

Ariel Barría Alvarado

Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2006


Al lado


En los Libros de la Vida estaba claramente consignado que ellos iban a ser uno de los tantos amores a primera vista que de tiempo en tiempo toman cuerpo en la Tierra. Es más: ciertas apostillas en los Libros decían, ad litteram, que sería un amor para siempre, definitivo, frenético. Cosa rara en él, que era de proceder taciturno, lejano a los arrebatos; aunque hubiese resultado natural en ella, quien de ese modo había amado siempre a su marido, a pesar de la ruptura que para ambos significó el llamado a filas. Pero las anotaciones de los Libros de la Vida no se rebaten: se acatan, sin saberlo; se cumplen, sin posibilidad de apelaciones ni de segundas oportunidades.


Aquella mañana ella salía de la Oficina de Correos, como todos los jueves cuando llegaba la esperada carta desde el frente. Él venía cruzando el parque, cubriéndose bajo la sombra de unos guayacanes que a esa hora ya dejaban caer su lluvia de colores, listo para enviar al diario el reportaje sobre los que se quedan atrás, en los pueblos mustios por el abandono y por la amarga tarea de parir carne para los cañones. Era una tarea solitaria, ingrata y acaparadora, justo lo que necesitaba para ir poniendo a un lado su repentina viudez.
En media calle se toparon y el hombre sintió el escalofrío que suele acompañar el cumplimiento de un designio. Contra su costumbre, se paró en seco, intrigado por el desequilibrio inducido por la mujer que le pasaba al lado, la vista fija en la hoja amarilla de un telegrama. Hizo más aún: abrió la boca para llamarla, para pedirle que le confesara la causa de los sollozos que empañaban la presentida belleza de sus ojos.


Pero no lo hizo. Apenas sacudió la cabeza, un instante o dos, conjurando la sorpresa que lo maniataba, mientras la mujer a sus espaldas iba tapándose el rostro para que nadie viera su llanto, bajo el pertinaz asedio de las flores radiantes.


Ambos ignoraban que por su lado, en un instante irrepetible de sus vidas, había pasado el único ser en el mundo que, según los Libros, podría haber colmado para siempre la inmensa y letal soledad que se les venía encima.
(Y es que de no ser por esa fractura en la infalibilidad de los Designios, ellos hubiesen sido protagonistas de una pasión trascendental, de las que sólo se ocupan los novelistas y los dramaturgos, y —muy de vez en cuando— uno que otro escritor de cuentos.)


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Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2005

"Entrada abierta a la mansión cerrada."

Giovanna ha creado un sitio de red para presentarles este trabajo. No sería lo mismo mostrárselos acá...el diseño del sitio está, particularmente, a tono con mis gustos artísticos.

Haga click en el siguiente enlace y podrá accesar la obra completa.

SI EL ENLACE NO FUNCIONA, CÓPIELO Y PÉGUELO EN SU BROWSER

http://entrada.atspace.com/index.html
http://entrada.atspace.com/index.html

10 Comments:

At 2:50 p. m., Anonymous Anónimo said...

El link de Giovanna Benedetti está roto... :(

saludos, Josema

 
At 5:20 a. m., Anonymous Anónimo said...

¡De lujo, de lujo, Lili!
Sobre Ariel, un gran Maestro de la Pluma ¿Qué puedo decir? No obstante diré algo: Me encantó visualizar a Esteban engomadísimo, entonando su Aria a la vez que se topaba con su propio esqueleto en el closet.

Giovanna ha tenido la gentileza de compatir este link con los lectores y tú lo has colocado de una forma tan llamativa, "a la LILI" ---
Vale la pena leerla

Saludos y p´alante!

Songo

 
At 7:53 a. m., Blogger Poems from the Tropics said...

¡Josema, amigo! Tienes razón con lo del enlace. Estamos haciendo los ajustes técnicos necesarios...

Un abrazo muy grande, por allí te estoy mandando los textos que te debo ;)
Lili

 
At 3:58 p. m., Blogger Drago said...

Navegando por ahí me encontré con tu página. ¡Qué joya! Sigue adelante, me gusta. Avísame cada vez que la renueves. Mi email es bocadedrago (arroba) yahoo.com.

 
At 7:17 a. m., Blogger Poems from the Tropics said...

Querido Drago,
la hoja. se publica semanalmente, todos los martes. Te voy a incluir en la lista de lectores para que la recibas siempre.
Saludos y gracias por leernos,
Lili

 
At 1:07 p. m., Anonymous Anónimo said...

¿Otra semana sin hoja? ojalá estés bien, saludos :)

 
At 4:42 p. m., Blogger Poems from the Tropics said...

Amigos queridos:
Las últimas dos semanas han sido de infierno laboral, no me doy abasto con tanto trabajo. Próximamente tendremos una nueva edición si muero de fatiga antes.
Un abrazo a todos y gracias por visitar la página. Su constancia me anima a seguir.
Lili

 
At 11:42 a. m., Blogger Edilberto González Trejos - Autor said...

Siempre acá, repasando la hoja y sabemos que vienen cosas buenas. Subí la entrevista que te hizo Atencio a "internatural"
Abrazote "maifren"

 
At 9:07 a. m., Blogger Kat said...

Lili esta edición la pude disfrutar más... me encantó aunque me hubiese gustado leer a Benedetti espero se pueda arreglar pronto lo de su dirección.

También estoy de acuerdo con lo que dices sobre los concursos.

Abrazos,

 
At 9:53 a. m., Blogger Poems from the Tropics said...

Cooking Diva! Yo soy tu fan #1. Desde que me enseñaste a hacer quiche, SIEMPRE quedo bien. Gracias por visitar la hoja. y nos vemos en la radio el martes!
Un abrazo,

Lili

 

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